domingo, 30 de mayo de 2010

La taxonomía de Bloom y la educación multimedia

La idea de elaborar un sistema de clasificación surgió luego de la convención norteamericana de psicología, realizada en Boston (USA) en 1948. Esta fue liderada por Benjamín Bloom, doctor en educación de la Universidad de Chicago. La llamaron taxonomía de Bloom y se entendió como los objetivos del proceso de aprendizaje, queriendo decir con eso, que después de realizar un proceso de aprendizaje el estudiante debe haber adquirido nuevas habilidades y conocimientos.


Para nosotros este planteamiento puede parecer ahora, como que Bloom descubrió que “el agua moja”, pero plantear paso por paso, como se adquiere el conocimiento es importante para el docente, ya que le ayuda a comprender como aprenden sus estudiantes, y de esta forma direccionar mejor el proceso de enseñanza.


En la taxonomía se identificaron tres dominios de aprendizaje: el cognitivo, el afectivo, y el psicomotor, pero aún hoy al que se le hace mas énfasis es al cognitivo. Inclusive la presentación de la taxonomía que realiza Barbara Fowler, se centra es en este aspecto.


La propuesta presenta varios niveles de dominio de conocimiento, en forma de sustantivos, a saber, conocimiento (recoger información, recordar el material aprendido con anterioridad), comprensión (confirmar la información, demostrar el entendimiento de hechos e ideas), aplicación (hacer uso del conocimiento, resolver o solucionar problemas con él), análisis (desglosar, examinar y fragmentar la información), síntesis (reunir e incorporar el conocimiento, relacionarlo con otro ya obtenido o nuevo) y evaluación (juzgar el resultado, exponer y sustentar opiniones, dar juicios). Los tres primeros niveles, se refieren a habilidades de orden inferior o básico, y los tres últimos a habilidades de orden superior. En la taxonomía de Bloom se describe cada nivel con las habilidades a adquirir, lo que los estudiantes deben hacer, y se dan palabras claves o indicadores que direccionan el proceso, y tareas que sirven de ejemplo.


Esta propuesta, si bien en su momento fue muy buena, necesitaba de una actualización, la cual fue realizada por Lorin Anderson y David R. Krathwohl, (dos estudiantes de Bloom). Ellos en 1999 revisaron la taxonomía y en el 2000 publicaron los cambios que le hicieron. Los cuales consisten básicamente en cambiar los sustantivos por verbos (conocimiento por conocer, comprensión por comprender, aplicación por aplicar, análisis por analizar, síntesis por sintetizar y evaluación por evaluar), cambiar el nombre de una categoría, y modificar el orden de ellas. Lo anterior no consiste en un simple cambio de estructura, sino ante todo semántico, ya que al utilizar los verbos se da más énfasis en las acciones correspondientes a cada categoría. Ademas, la síntesis la cambiaron por crear, ya que para ellos sintetizar requiere de un acto de creación, bastante monumental, y por ello la subieron de nivel en la pirámide de habilidades, quedando así:


Esta nueva clasificación da una mirada más amplia y profunda a las habilidades de pensamiento, y le da al docente un nuevo enfoque para sus planeaciones acordes con al realidad de cada individuo.


Pero como sabemos que el mundo se mueve, y las personas cambian cada día, y además las nuevas tecnologías introducen una nueva forma de relación con el conocimiento, el doctor Andrew Churches, en el 2008, revisó la taxonomía de Lorin Anderson y David R. Krathwohl, y la relacionó con la era digital. Completando cada categoría con verbos y herramientas del mundo digital, las cuales posibilitan el desarrollo de habilidades para recordar, comprender, aplicar, analizar, y evaluar e nuestros días.


Lo que yo veo es que a pesar de que hace tantos años se viene hablando de las habilidades de pensamiento, en la escuela, muchas veces nos quedamos potenciando solo las de orden inferior. Y yo me pregunto ¿porqué?, tal vez por el poco tiempo que desde el currículo se le da a un contenido, o quizás porque la evaluación siempre ha sido considerada como el papel del docente, o posiblemente porque el elevado número de estudiantes no da pie para personalizar la enseñanza y conseguir que cada uno desarrolle sus habilidades con distintos niveles de profundidad. En fin, existirán muchos motivos, para justificar el hecho, pero la idea es que las Tic nos ayuden a potenciar también las habilidades de orden superior. Y no es que sin las nuevas tecnologías no lo podamos hacer, sino que ellas facilitan el desarrollo de estas, de manera más clara, comprensiva, y útil a cada contexto. Puesto que la educación multimedia al utilizar más de un medio de comunicación para transmitir, administrar o presentar información, mejora la atención, la comprensión y el aprendizaje, de las personas, ya que se acerca a la manera habitual en que los seres humanos nos comunicamos, cuando empleamos varios sentidos para comprender un mismo objeto. Vemos entonces que la multimedia permite enriquecer nuestra experiencia, logrando una asimilación más fácil y rápida de la información presentada.

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